jueves, 22 de mayo de 2008

Autoconcepto

El autoconcepto es el conjunto de las creencias que tenemos sobre nosotros mismos, sobre nuestras características o cualidades personales, a nivel físico, afectivo, intelectual y social; o en pocas palabras, es lo que pensamos de nosotros mismos.

Todos tenemos un autoconcepto que hemos ido construyendo desde los primeros años a partir de nuestras experiencias, de nuestros éxitos y fracasos, de nuestras relaciones con los demás, y hasta de los modelos que hemos copiado en nuestro sistema familiar y social.

Seamos o no, conscientes de ello, cada día vamos buscando las situaciones o personas que vayan de acuerdo a nuestro autoconcepto, como una forma de autoafirmación (- Qué te puedo decir? Yo soy así, no puedo ser de otra manera.)

Pero a veces, ese autoconcepto está bastante lejos de la persona que somos en realidad. A veces, el autoconcepto se construye sobre la base de ideas erróneas o sesgadas, la mayoría de las veces tomadas de otros. A veces es producto de situaciones dolorosas que no fueron resueltas en su momento.

No quiere esto decir que nuestro autoconcepto sea un total fraude, o una mentira inservible que haya que tirar a la basura; lo que hay que considerar es el hecho de que más allá del autoconcepto que nos hemos construido, hay una parte de nosotros mismos que vale la pena explorar.

En esa exploración o autodescubrimiento, como prefiero llamarlo, llegamos a darnos cuenta que nuestra visión de nosotros mismos estaba limitada por parámetros impuestos desde afuera y, sobre los cuales no teníamos conciencia; podemos descubrir, por ejemplo, que hay sentimientos encontrados que nos mantienen en constante conflicto, pero que cuando los integramos se convierten en una fuerza a nuestro favor; puede ser también, que algo que consideramos un defecto puede llegar a ser en determinadas circunstancias un valioso recurso, dependiendo de la manera cómo nos manejemos con ello.

Muchas veces, haciendo contacto con esa parte de nosotros mismos de la que no tenemos conciencia, es cuando realmente podemos crecer y autoafirmarnos desde lo más auténtico de nuestro ser. Y generalmente, cuando hay conflictos lo que hace falta es revisar nuestras creencias acerca de nosotros mismos; entonces empezamos a mirar con otros ojos, nuestro autoconcepto se flexibiliza y se acerca a lo que en realidad somos, proporcionándonos un sentido de libertad y de autenticidad indescriptibles.

Adriana González M
Terapeuta Gestalt

martes, 6 de mayo de 2008

Espejo, espejito...

Generalmente, antes de salir de nuestras casas, nos miramos en el espejo para chequear cómo nos vemos, si estamos bien peinados o si no hay nada fuera de su lugar; posiblemente queramos dar una buena imagen y mostrarnos al mundo lo mejor posible. Algunas personas tal vez no tengan tiempo para eso porque van apuradas al trabajo, pero seguramente aprovechen el espejo del ascensor para comprobar su aspecto.

Sin embargo, existen otros espejos que no reflejan nuestra imagen externa, pero si nuestro interior; me refiero a nuestras relaciones con los demás. En este tipo de espejos rara vez nos detenemos a contemplarnos, quizás por no tener conciencia de la oportunidad que nos brindan para conocernos mejor a nosotros mismos.

Al relacionarnos con otros tendemos a proyectar aspectos de nuestra propia personalidad. A veces encontramos personas con las que nos sentimos identificados debido a que estamos reflejando características que consideramos positivas; entonces la persona nos cae bien, nos resulta agradable su compañía.

A veces encontramos personas con las que sentimos rechazo, ya que nos reflejan aspectos que rechazamos en nosotros mismos; características de las que por lo general, no tenemos conciencia. Tal vez simplemente nos muestren aspectos que necesitamos desarrollar en nosotros mismos para nuestro crecimiento.

En todo caso, es importante ver nuestras relaciones desde una óptica distinta a la que estamos acostumbrados; considerar que esta persona me está reflejando algo de mí mismo que tal vez necesite mirar y reconocer para cambiar.

En cuanto a nuestra personalidad, no existen absolutos; por ejemplo, si nos consideramos personas extrovertidas, seguramente tenemos también nuestro lado introvertido. Tomar conciencia y reconocer todos los aspectos de nuestra personalidad, por irreconciliables que parezcan, nos ahorrará muchas situaciones de conflicto, y para ello contamos con la mejor de las herramientas: nuestras relaciones.
Adriana González
Terapeuta Gestalt