domingo, 7 de diciembre de 2008

Las despedidas


Cada etapa que dejamos atrás, cada relación que llega a su fin, cada espacio que dejamos, o incluso, cada año que termina para dar paso al que sigue es un ciclo que concluye.


Cerrar ciclos es lo más natural y común en la vida de cualquier persona, y sin embargo, cómo nos cuesta a veces pasar la página y seguir adelante; sobre todo cuando se trata de despedirnos de alguna persona que ha tenido un lugar significativo en nuestras vidas.


Las despedidas pueden ser difíciles y dolorosas, a veces también, son necesarias e inevitables. A veces debemos despedirnos a pesar de nosotros mismos, y otras veces somos nosotros quienes la buscamos. Aún así siempre resulta en cierta medida dolorosa la despedida y, asumir los sentimientos que nos genera como algo legítimo es parte importante del proceso de despedida.


Pero lo que lo hace realmente difícil son los asuntos inconclusos; todas esas emociones, resentimientos y desengaños no expresados en su debido momento y que vamos guardando dentro de nosotros mismos constituyen una piedra de tranca para poder despedirnos y pasar la página. Son una especie de pesada ancla que nos impide avanzar hacia lo nuevo y relacionarnos con el otro de una manera auténtica, ya que lo no expresado permanece siempre vigente como una sombra, buscando la menor oportunidad para pasar factura.


Como yo lo veo, despedirnos y cerrar ciclos es como recoger el ancla para poder enrrumbarnos hacia nuevos horizontes. Y recogemos el ancla cuando nos preguntamos a nosotros mismos por ejemplo, ¿qué me callé que aún me hiere?, ¿qué me guardé?, ¿qué es lo que siento que esta persona me debe a mí?; tomar conciencia de todo esto y decidir cuánto tiempo más queremos permanecer atándonos a algo que ya pasó o, que esperábamos que pasara y no pasó. Tomar conciencia de lo que nos dejó esta relación, de lo que nos nutrió y poder agradecerlo es también parte de la despedida.


Entonces estaremos preparados y en condiciones para navegar en la condición que elijamos, a nuestro ritmo y dándonos el tiempo para sanar las heridas que pudieran haber quedado.


La invitación en este cierrre de año es a revisar esos asuntos inconclusos y tomar conciencia de ellos; hacer un balance de lo positivo y lo no tan positivo y de nuestra cuota de responsabilidad y elegir el rumbo que queremos navegar.


Adriana González Mellior
Terapeuta Gestalt